Han pasado algunos días ya desde el comercialmente explotado día de la madre. Leyendo al arte-sano, reflexioné sobre el texto de Cardoza y Aragón que citó en su blog. Me entró de aquellas nostalgias tremendas y se me salieron las lágrimas pensando en mi madre. Admirable ella.
Y como, para quienes aman a su mamacita, su mamá es siempre la mejor, yo rindo homenaje a la mía. Me enseñó infinidad de cosas, pero las más valiosas son aquellas que no pueden ponerse en una balanza. Era ella toda caridad, ternura, firmeza, vocación y sacrificio. De las cosas que puedo decir que me inculcó que más amo actualmente está la música. Tuvo en sus años mozos una bella voz de soprano lírica. Cantó por muchos años en los coros de la iglesia allá por Xela y la recuerdo vivamente tarareando boleros y tangos en sus tareas de casa. Una maestra con vocación verdadera que rodeaba a sus chiquitos con canciones de esperanza. Triste ella cuando dejé la música en segundo plano, y mi rendición a la seducción de una profesión más redituable.
A ella rindo tributo por mi voz, que no es la mejor, pero que ella no se cansa de escuchar, y saben? ella es mi público favorito. Un escenario con su presencia, para mí, está lleno. Gracias mamá por esa persistencia en que no olvide esta parte de mi vida que tanto amamos tú y yo: la música.
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