8/10/08

Más disparates y momentos memorables en la ópera.

Cuenta Pippo en Hispaopera: Viena, 1958. En la Staatsoper se cantaba Don Giovanni y todo había marchado bien. Bien, sí, pero quedaba, ay, la escena del descenso a los infiernos de Don Giovanni, para la que, como en tantos otros montajes, se dispuso una trampilla por la que descendería el burlador. Pues bien, el señor Siepi lanza su úliima imprecación y se sitúa en el sitio adecuado. La trampilla se abre y comienza a descender..... pero se queda trabada a mitad de camino de modo que hombros, cuello y cabeza quedan a la vista. Y entonces llegó el momento del espontáneo, a quien no le faltó tiempo para soltar (dicen que en italiano): ¡Dios mío! ¡El infierno está lleno!




Cuenta el Maestro Patrón Marchaund: "Una anécdota que me parece buena y que tiene la virtud de haberme sido contada por unos de sus protagonistas, el maestro Nicola Rescigno, que vino a Santiago en 1985 para dirigir un MACBETH.

Escenario: Chicago.
Epoca: Primeros días de noviembre de 1955.
Opera: IL TROVATORE.

Elenco: Jussi Björling (Manrico), Maria Meneghini Callas (Leonora), Ebe Stignani (Azucena), Ettore Bastianini (Conde de Luna), William Wildermann (Ferrando). Director: Rescigno, el narrador de la anécdota que sigue.

Situación: Primer ensayo musical a piano, en sala, de toda la compañía con el maestro. La Stignani, al entrar al teatro, tropieza, cae y se lastima una pierna. Pero, "carne de escenario" como tantos de su estirpe, decide ensayar lo mismo. Una vez instalada en la sala, se sienta cómodamente y una persona le trae un banquito para que mantenga su pierna estirada. La Stignani pone su pierna sobre el banquito...

Comienza en ensayo. Primero, Wildermann con su escena, quien se limita a "marcar" ("accenare"; es decir a cantar piano, en octava baja o simplemente canturrear). Esto no es lo que se acostumbra en un ensayo de esas características... pero; bueno. Así era. Y les aseguro que eso es muy contagioso, como cuando hay una persona afónica y todos tendemos a hablar despacito...

Llega el momento de Callas, quien canta todo a plena voz. ¡Nunca había marcado en su vida! Rescigno dice que no sabía marcar; no le salía. Eso es para pensar, porque si fue así habría que decuplicar la cantidad de funciones de su carrera: cada ensayo era una función... y con tantas repeticiones. Bueno; Callas cantó "in voce" su "Tacea la notte" y su "Di tale amor". Sigue el ensayo: Bastianini, nada. Todo marcado. Björling, lo mismo. Entonces, para no ser menos, Callas se pone a marcar y Rescigno cuenta que era horrible; no sabía, no embocaba con las notas, se equivocaba la letra. El terceto fue un desastre, porque tenor y barítono seguían mudos, o casi. Y así vino el primer descanso.

Callas, afligida, comentó con Stignani la situación, mientras ésta masajeaba su pierna dolorida. "Figlia mia; lascia questo a me...", dijo la mezzo. Retomado el ensayo se siente ¡PAM!, el banquito de Stignani vuela lejos: ella le ha dado una fuerte patada con su pierna mala, y se siente un tonante STRIDE LA VAMPA... CHE S'ALZA IN CIEL!, toda el aria "in voce", con aquellas míticas sonoridades arrolladoras. Como diciendo: yo que esoy accidentada canto, y ustedes, que no tienen nada, no lo hacen...

... Y desde ahí hasta el final de ensayo... TODOS cantaron "in voce"... sin hacer ningún comentario; hasta Björling con su "Pira" que cantaba en Do. ¡Ah, tigra! Así eran los cantantes de antes. Ah, pero la pobre Stignani tuvo que cancelar la segunda función por su dolencia y fue sustituida por Claramae Turner. Bastianini tampoco cantó en esa ocasión y fue remplazado por Robert Weede.

Buena, ¿verdad? Además era un placer escuchársela a Rescigno, una persona muy inteligente y agradable que tanto conoció y trabajó con la Callas".

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